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Pasajeros en Tránsito
Pasajeros en Tránsito
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Punto Omega

Punto Omega

ABRIR LAS ALAS DE LA PERCEPCIÓN

“Estimulado por las palabras del Nagual y los textos de Florinda, emprendí mi nueva tarea. El objetivoera intentar ‘ver’ el sentido de los acontecimientos más que analizarlos desde una perspectiva pura-mente racional y por lo tanto dualista (buenos y malos, justos e injustos, etc.). Sabía que el guerrerotenía que ubicarse en una postura neutral, para él no existen
 puntos de vista que defender , es decir, notoma partido por nada ni nadie, lo cual hasta la fecha, me ha costado enorme trabajo. Sólo en la medidaen que uno pueda lograr algo de esaimparcialidad contemplativa, en palabras de Octavio Paz (del prólogo a ‘Las Enseñanzas de Don Juan’), entonces es cuando uno puede llegar a tener revelacionessobre el sentido de la historia; poder llegar a ‘verla’ en su esencia, aunque sea por momentos, la vuelveapasionante a pesar de sus conflictos y miseria.“Tuve la suerte de haber iniciado esta ‘práctica’ de guerrero de abrir las alas de la percepción,cuando recién había caído el Muro de Berlín, en un momento crucial de la historia según se me reveló enuna magnífica ‘señal’: la Revolución Francesa, que es considerada el inicio de la Era Moderna, tuvolugar en 1789 ¡y justo 200 años después, en 1989 cae la Cortina de Hierro y el Muro de Berlín, ycomienza una nueva Era para la humanidad! En realidad, comprendí que la obviedad de esta ‘señal’ delEspíritu era como para concientizarnos a todos de que existe un  poder que rige los destinos humanos,  talcomo lo afirman los brujos.
.“Desde el principio comencé a sentir un extraño interés por los sucesos mundiales y sus principales protagonistas. Veía las noticias internacionales en  Eco —esa cadena de Televisa que luego desapareció,como también ocurrió con la sección del periódico Excelsior que leía diariamente: ‘Escena Mundial’. Al poner toda mi atención a lo que ocurría en el mundo, me fui percatando de cómo crecía con rapidez miinterés por los sucesos mundiales.“Al cabo de un tiempo casi me aterré cuando descubrí lo identificado que ya estaba con los eventosinternacionales, ya eran como parte de mi vida. Experimentaba curiosas emociones y ya no podía dejar de enterarme día a día de lo que ocurría en el mundo. Mi mente casi alucinaba: ya percibía a los líderes políticos como mis ‘héroes’ o ‘villanos’ mitológicos, y me preocupaba mucho por ellos, por lo quefueran a decir o hacer. Todo ese mundo que me era tan ajeno, dejó de ser lo ‘desconocido’, y se habíaconvertido en algo tan familiar y ‘conocido’; confieso que a veces dudaba de mi salud mental.“Me tranquilizó y me confirmó mis afinidades recién adquiridas por el mundo, el ponerme a leer la voluminosa obra de uno de los más grandes brujos videntes de nuestro tiempo: el jesuita Teilhard deChardin, quien además fue un científico renombrado en su tiempo. El ‘veía’ y expresaba con fascinacióncómo nuestro planeta se ha ido convirtiendo en un auténtico organismo viviente, proceso que seintensifica en estos momentos de globalización mundial, fenómeno que nos va unificando tanto humanay psíquicamente (con-formando el cerebro de ese organismo), como también por el comercio y las finanzas (que constituyen su sistema nutricio, sanguíneo y linfático) o por las telecomunicaciones (susistema nervioso). De la misma manera como se conforma la unidad del átomo a partir de la integraciónde las partículas subatómicas, y los átomos, a su vez, conformaron unidades más grandes de moléculas yde la aglutinación de éstas seguirán las células hasta llegar a los organismos más complejos queculminaron en el hombre, así Teilhard ‘vio’ cómo ahora los humanos estamos conformando, a manerade átomos o células conscientes, una nueva unidad: un súper organismo planetario. Siguiendo esta líneaevolutiva de carácter biológico, el próximo paso que insinúa Teilhard para nuestro planeta, será elconvertirnos ya plenamente unificados, en una nueva ‘célula’ que a su vez conformará, con todos los planetas vivientes, otro organismo cósmico.“Me dio gusto encontrar una corroboración de lo anterior en el texto que aparecía en el tercer Vídeode Tensegridad grabado por los  brujos
:
 Los chamanes aseguran que la conciencia del hombre puedellegar a dar un salto gigantesco con relación a su percepción y llegar realmente a percibir el mundobajo condiciones que desafían la  imaginación. Ellos creen por ejemplo, que es posible percibir einterpretar el mundo en términos de otros organismos que pertenecen a diferentes tipos filogenéticos
.“Es decir, aunque el planeta no pertenezca al mismo ‘filos’ o tronco dentro del árbol genealógico dela evolución de los organismos vivientes que ha culminado con el ser humano, no obstante nuestro planeta se puede llegar a  percibir y a interpretar  tal como un auténtico organismo o sistema viviente consu propio proceso de evolución.“Es evidente que este nivel de percepción o de conciencia total  había sido alcanzado por Don Juan yDon Genaro en el momento de su supuesta ‘partida’ de este mundo, según lo revelaron en laconmovedora despedida final ante sus aprendices Pablito y Carlos Castaneda:“
 La vida de un guerrero no puede ser en modo alguno fría y solitaria y sin sentimientos, porque sebasa en su afecto, su devoción y su dedicación a su ser amado. ¿Y quién —podrían ustedes preguntarse — es ese ser amado? …es esta tierra, este mundo. Para un guerrero no puede haber un amor más grande. Solamente si uno ama esta tierra con pasión inflexible puede uno liberarse de la tristeza.
“Y refiriéndose a Genaro como ejemplo de guerrero impecable, Don Juan añade:“
 La Tierra sabe que Genaro la ama y por eso lo cuida y su vida está llena hasta el borde y su estado,dondequiera que esté, siempre será de abundancia. Genaro recorre las sendas de su ser amado y encualquier sitio se encuentra en plenitud…
“Don Juan acarició el suelo con ternura y concluyó:
…y finalmente cuando comprendí todo el cariñoque tenía por este ser hermoso, que está vivo hasta sus últimos resquicios, me enseñó lo que es lalibertad…Solamente amando a este ser espléndido se puede dar libertad al espíritu del guerrero…y lalibertad es alegría, eficiencia y abandono ante cualquier embate del destino.

 

extraido del libro: "Testigos del Nagual"

 

 

 

 

Teilhard de Chardin

 

 

Lo infinitamente grande, lo infinitamente pequeño,
            lo infinitamente complejo.
            Teilhard de Chardin
            (1881-1955)

 

El punto de vista y el método:

Mientras que Santo Tomás de Aquino vivió en una época en que coexistían, cada una con “su verdad”, la religión y la filosofía, Pierre Teilhard de Chardin vive en una época en que coexisten y compiten ciencia y religión. Así como Santo Tomás pertenece tanto a la filosofía como a la religión, y las compatibiliza en una verdad única, Teilhard de Chardin pertenece tanto a la religión como a la ciencia, y trata de compatibilizarlas en una única verdad.

T. de Ch: “La originalidad de mi creencia consiste en que tiene sus raíces en dos campos de la vida habitualmente considerados como antagonistas. Por educación y formación intelectual, yo pertenezco a los «hijos del Cielo». Pero por temperamento y por estudios profesionales, yo soy un «hijo de la Tierra». Situado así por la vida en el corazón de dos mundos de los que conozco, por una experiencia familiar, la teoría, la lengua y los sentimientos, no he erigido ningún tabique interior, sino que he dejado que actúen en plena libertad una sobre otra, en el fondo de mí mismo, dos influencias aparentemente contrarias. Pues bien; al término de esta operación, después de treinta años consagrados a perseguir la unidad interior, tengo la impresión de que se ha operado, naturalmente, una síntesis entre las dos corrientes que me solicitan. Una no ha matado a la otra. Hoy creo, probablemente, más que nunca en Dios y, desde luego, más que nunca en el mundo. ¿No está aquí, a una escala individual, la solución particular, esbozada al menos, del gran problema espiritual con el que choca, en la hora presente, el frente de avance de la humanidad?”

(Citado en “Introducción al pensamiento de Teilhard de Chardin” de Claude Tresmontant – Taurus Ediciones SA)

Los escritos de Teilhard de Chardin tratan de ser estrictamente científicos, si bien luego podrán ser interpretados desde una visión cristiana. Al respecto se citan algunas aclaraciones que aparecen en distintos escritos de Teilhard de Chardin.

T. de Ch: “Las páginas que siguen no tratan de presentar directamente ninguna filosofía; pretenden, por el contrario, extraer su fuerza del cuidado que se ha tenido en evitar todo recurso a la metafísica. Lo que se proponen es expresar una visión tan objetiva e ingenua como sea posible de la Humanidad considerada (en su conjunto y en sus conexiones con el universo) como un fenómeno”. “Ni explícitamente, ni implícitamente, se ha introducido en nuestros desarrollos la noción de lo mejor absoluto, o la de causalidad, o la de finalidad. Una ley experimental, una norma de sucesión en la duración, esto es lo que presentamos a la sabiduría positiva de nuestro siglo”.

“Quede bien entendido, en primer lugar, que, en lo que sigue, me limito expresamente, como es conveniente, al terreno de los hechos, es decir, al dominio de lo tangible y de lo fotografiable. Al discutir, como sabio, perspectivas científicas, debo atenerme, y me atendré estrictamente, al examen del orden de las apariencias, es decir, de los fenómenos”.

El sentido de la evolución:

Desde la religión o desde la filosofía se habla de la “finalidad del universo”, o de la “finalidad del hombre”, como si mediante la revelación o mediante la razón pudiéramos descubrir la voluntad explícita del Creador. En cambio, desde la ciencia sólo podemos hablar de un “sentido”, como una tendencia observable de la evolución del universo, o de la humanidad. Luego, a partir de este sentido, es posible hablar de una finalidad implícita, o finalidad aparente.

T. de Ch: “La evolución es la expresión de la ley estructural (a la vez, de «ser» y de conocimiento) en virtud de la cual nada, absolutamente nada, podría entrar en nuestra vida y visión más que por vía del nacimiento, sinónimo, en otros términos, de la «pan-interligazón» temporal-espacial del Fenómeno”. “No fue hasta el siglo XIX, bajo la influencia de la Biología, cuando fue descubierta la «coherencia irreversible» de todo lo que existe. La menor molécula de carbono está en función, por naturaleza y por posición, del proceso sideral total; y el menor protozoario está tan estructuralmente mezclado con la trama de la Vida, que su existencia no podría ser anulada, por hipótesis, sin que se deshiciese ipso facto la red entera de la Biosfera. La distribución, la sucesión y la solidaridad de los seres, nacen de su concrescencia en una génesis común. El tiempo y el espacio se unen orgánicamente para tejer, los dos juntos, la Tela del Universo…”.

Claude Tresmontant escribe: “Toda la obra científica de Teilhard puede caracterizarse como un esfuerzo para leer, en la misma realidad, y sin acudir a ningún supuesto metafísico, el sentido de la Evolución, para elucidar su intencionalidad inmanente, en el orden mismo del fenómeno, por el método científico solamente, generalizando así, en el dominio del Fenómeno espacio-temporal total, una diligencia reconocida como legítima en otras regiones del saber, en psicología, por ejemplo, como ya hemos dicho”.

T. de Ch: “Nos encontramos frente a un problema de la Naturaleza: descubrir, si existe, el sentido de la Evolución. Se trata de resolverlo sin abandonar el dominio de los hechos científicos. Esto es lo que voy a tratar de hacer aquí”

(De “El fenómeno Humano” – Taurus Ediciones SA – Madrid 1967)

El parámetro de complejidad creciente:

Posiblemente, el principio de complejidad-conciencia sea el concepto más importante aportado por Teilhard de Chardin. De verificarse su existencia, abre una gran posibilidad para la tan ansiada unidad de ciencia y religión. Este principio describe la sucesión que va desde las partículas, átomos, moléculas, células, etc., hasta llegar a la vida inteligente, lo que implica un doble ascenso desde lo simple a lo complejo y desde la materia inerte hasta la vida consciente de sí misma.

T. de Ch: “Existe, propagándose a extracorriente a través de la entropía, una deriva cósmica de la Materia hacia estados de orden cada vez más centro-complicados (y esto, en dirección a un tercer infinito –Infinito de complejidad- tan real como lo Ínfimo y lo Inmenso. Y la conciencia se presenta experimentalmente como el efecto específico de esta complejidad llevada a valores extremos”.

“En la tabla así construida por orden de complejidad, los elementos se suceden por orden histórico de nacimiento. En nuestra tabla de complejidades, el puesto ocupado por cada corpúsculo sitúa cronológicamente a ese elemento en la génesis del universo; es decir, en el tiempo. Le pone una fecha”. “…la biología no será otra cosa que la Física de lo complejo muy grande”.

“Lo viviente ha sido considerado desde hace mucho tiempo como una singularidad accidental de la materia terrestre, con lo que resulta que la biología entera queda sin comprobación en sí, sin lazo inteligible con el resto de la física. Todo cambia si (como lo sugiere la curva de corpusculización) la vida no es otra cosa, para la experiencia científica, que un efecto específico de la materia complejificada; propiedad co-extensiva en sí a la Tela cósmica entera, pero captable solamente por nuestra mirada allí donde la complejidad sobrepasa cierto valor crítico, por debajo del cual no vemos nada”

El parámetro de cefalización:

Claude Tresmontant escribe: “Lo que mide el grado de vitalización alcanzado por la materia en un momento dado, es –responde Teilhard- su grado de «interiorización», su «temperatura psíquica», su nivel de conciencia. ¿Cuál es el órgano especialmente conectado con el desarrollo psíquico del ser? Es, sin duda, el sistema nervioso. Este es el parámetro del que teníamos necesidad para elucidar, en la diversidad inextricable de las variaciones secundarias, el sentido de la evolución biológica; podemos enunciar la ley de cefalización:

T. de Ch: “Cualquiera que sea el grupo animal (vertebrado o artrópodo) del que se estudie la evolución, es de destacar que, en todos los casos, el sistema nervioso crece con el tiempo en volumen y en orden, y, simultáneamente, se concentra en la región anterior, cefálica, del cuerpo. Tomados en el detalle de los miembros y del esqueleto, los diversos tipos organizados pueden diferenciarse perfectamente, cada uno según su línea propia, en las direcciones más diversas o más opuestas. Considerada en el desarrollo de los ganglios cerebrales, toda vida, toda la vida, deriva (más o menos rápidamente, pero esencialmente), como una sola ola ascendente, en la dirección de los cerebros más grandes”.

“Entre las infinitas modalidades en que se dispersa la complicación vital, la diferenciación de la substancia nerviosa se destaca, tal como lo hacía prever la teoría, como una transformación significativa. Da un sentido, y por consiguiente demuestra que hay un sentido en la evolución”.

“Abandonada a sí misma largo tiempo, bajo el juego prolongado de las probabilidades, la materia manifiesta la propiedad de ordenarse en agrupamientos cada vez más complejos, y, al mismo tiempo, cada vez más impregnados de conciencia; este doble movimiento conjugado de enrollamiento cósmico y de interiorización (o centración) psíquica prosigue, acelerándose y avanzando todo lo lejos que es posible, una vez iniciado”.

“Esta deriva de complejidad-conciencia (que desemboca en la formación de corpúsculos cada vez más astronómicamente complicados) es fácilmente reconocible desde lo atómico, y se afirma en lo molecular. Pero es, evidentemente, en lo viviente donde se descubre con toda su claridad, y toda su aditividad; al mismo tiempo que se transpone en una forma cómoda y simplificada: la deriva de cerebración”.

La evolución continuada:

Además de la evolución biológica y la tendencia descripta antes, le sigue la evolución cultural del hombre, que ha de ser una continuación de aquélla.

T. de Ch: “Sin ninguna razón científica precisa, sino por simple efecto de impresión y rutina, hemos adquirido la costumbre de separar unos de otros, como si pertenecieran a dos mundos diferentes, los ordenamientos de individuos y los ordenamientos de células, siendo sólo los segundos mirados como orgánicos y naturales, por oposición a los primeros, relegados al dominio de lo moral y lo artificial. Lo social (lo social humano sobre todo), se considera asunto de historiadores y de juristas, más que de biólogos…”

“Superando y desdeñando esta ilusión vulgar, intentemos, más sencillamente, la vía contraria. Es decir, ampliemos, sin más complicaciones, la perspectiva reconocida más arriba como válida para todos los agrupamientos corpusculares conocidos, desde los átomos y las moléculas hasta los edificios celulares inclusive. Dicho de otra forma, decidamos que los múltiples factores (ecológicos, fisiológicos, psíquicos…) que actúan para aproximar y relacionar establemente entre sí a los seres vivientes en general (y más especialmente a los seres humanos), no son más que la prolongación y la expresión, a este nivel, de las fuerzas de complejidad-conciencia, que, como decíamos, siempre han sido actuantes, para construir (tan lejos como sea posible y en todos los lugares donde sea posible en el Universo), en dirección opuesta a la entropía, conjuntos corpusculares de orden cada vez más elevados”.

El paso de la reflexión:

Claude Tresmontant escribe: “Según la expresión de Julian Huxley, el hombre no es otra cosa que la evolución hecha consciente de sí misma. El hombre toma conciencia de la corriente ontológica que le arrastra y tiene en su mano ciertas palancas de mando”. “La condición primera para que el hombre acabe la obra cósmica emprendida, es que la evolución (o en términos metafísicos, la Creación) descubra que tiene un sentido”. “Si hay fracaso, la culpa no deberá ser imputada al Universo, ni a la Creación, sino al hombre. Y Teilhard veía en las filosofías del absurdo y en la derelicción los signos inquietantes de un «aburrimiento» que, para él, es el más grande, el único peligro que puede amenazar a la evolución”.

T. de Ch.: “El hombre no es solamente una nueva «especie» de animal, como todavía se repite con demasiada frecuencia. Representa, inicia una nueva especie de vida»”

“Después de la era de las evoluciones sufridas, la era de la auto-evolución”. “En él, la conciencia, por primera vez sobre la Tierra, se ha replegado sobre sí misma, hasta convertirse en pensamiento”.

“…para el mundo, estar construido de tal modo que el pensamiento que ha salido evolutivamente de él tenga derecho a considerarse irreversible, en lo esencial de sus conquistas y que la conciencia, florecida sobre la complejidad, escape, de una manera o de otra, a la descomposición de la que nada podrá preservar, a fin de cuentas, al tallo corporal y planetario que la soporta. A partir del momento en que ella se piensa, la evolución no podrá ya aceptarse, ni autoprolongarse, más que si se reconoce irreversible, es decir, inmortal”.

La convergencia de la evolución:

T. de Ch: “El hombre, al mismo tiempo que un individuo centrado en relación consigo mismo (es decir, una «persona»), ¿no representa un elemento, en relación con alguna nueva y más alta síntesis? Conocemos los átomos, sumas de núcleos y de electrones; las moléculas, sumas de átomos; las células, sumas de moléculas…¿No habrá, entre nosotros, una humanidad en formación, suma de personas organizadas? ¿Y no es ésta, por lo demás, la única manera lógica de prolongar, por recurrencia (en la dirección de mayor complejidad centrada y de mayor conciencia), el curso de la moleculización universal?”

El punto Omega:

Mientras que el sentido de la evolución nos lleva hacia una etapa de espiritualización humana, las propias profecías bíblicas predicen un acontecimiento similar, consistente en la Parousía, o Segunda Venida de Cristo, quien dijo: “Yo soy el alfa y la omega, el primero y el último…”. De ahí, seguramente, la denominación de “punto Omega” para esta convergencia. La explicación más simple para esta aparente coincidencia, implica que el cristianismo es una religión natural, por lo que no resulta nada extraño de que ocurra la mencionada convergencia.

T. de Ch: “Se miren como se miren las cosas, el universo no puede tener dos cabezas, no puede ser «bicéfalo». Por sobrenatural que sea, por consiguiente, al final de la operación sintetizante reivindicada por el dogma para el Verbo encarnado, no podrá ejercerse en divergencia de la convergencia natural del mundo, tal como lo hemos definido más arriba. Centro universal «crístico» , fijado por la teología, y Centro universal cósmico, postulado por la antropogénesis: ambos focos, a fin de cuentas, coinciden (o, por lo menos, se superponen) necesariamente en el medio histórico en que nos encontramos situados. Cristo no sería el único motor, la única salida del universo, si el universo pudiera, de una forma cualquiera, agruparse, incluso en un grado inferior, fuera de él. Cristo, más aun, se encontraría aparentemente en la incapacidad física de centrar en sí mismo, sobrenaturalmente, al universo, si éste no hubiera ofrecido a la Encarnación un punto privilegiado donde todas las fibras cósmicas, por estructura natural, tienden a reunirse”.

fuente: http://teilharddechardin2010.blogspot.com/