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Pasajeros en Tránsito
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Maybe logic: Robert Anton Wilson

Maybe logic: Robert Anton Wilson

 

 

 

Robert Anton Wilson es un hombre cuyo tiempo ha llegado.
Eso es cierto con respecto a todas las cosas buenas...; hace tiempo  que están llegando.  La inteligencia sobre este planeta ha evolucionado en estadios  metamórficos; largos períodos de reposada preparación y luego, de  repente, rápidos destellos de cambio.  La evolución personal de Robert Anton Wilson ha seguido el mismo  ritmo. Siempre ocurre igual con los sabios, los operativos evolutivos,  los Agentes de la Inteligencia.  Ha sido algo axiomático desde Haeckel que la ontología recapitula la  Filogenia; es decir que el individuo en su desarrollo repite, paso a  paso, la evolución de las especies.  Ahora comprendemos el misterio y la paradoja de los grandes  alquimistas, filósofos, místicos, sabios. Precapitulan. Viven  anticipadamente fuera de su propio sistema nervioso el futuro de la  evolución, los estadios que aguardan en el futuro de las especies. Su  sistema nervioso entra en comunicación (vía transcripción inversa)  con el ADN. Aprenden cómo decodificar el anteproyecto genético.  Experimentan lo que tiene que ocurrir en el futuro. Éste es, sin duda  alguna, el camino real a la sabiduría, la autopista de la evolución, el  tráfico de doble sentido entre el sistema nervioso central (SNC) y los  archivos del ADN, vía moléculas mensajeras de ARN.

- Consideren a Lao-tsé. En el siglo Vl a. C. comprende la relatividad  einsteiniana, siente que todo es flujo y cambio evolutivo; anticipa (en  el I Ching) lo que los diseñadores de ordenadores comprenderán  2.500 años más tarde: que la energía viene en código binario o  yin-yang (desconectado conectado); predice (en los trigramas Ching)  lo que los microgenéticos descubrirán 2.500 años más tarde: la  función triplicada de los lazos de los aminoácidos. Ahora reflexionen  acerca del conmovedor destino de Lao-tsé. Sabe que no estará allí' en  forma biológica cuando Watson y Crick descifren el código del ADN.  El problema del desfasaje del tiempo se resuelve mediante  señalización neurogenética transtemporal. Simbolismo. El Agente de  la Inteligencia llamado Lao-tsé enseña los códigos I Ching a
domesticados primates, inyecta algunas palabras mágicas agoreras, y  envía este código básico SNC-ARN-ADN por el canal del teletipo a  2.500 años en el futuro. Sabe que los confucianos distorsionarán la  señal con moralismo de boy-scout (cumplidamente preservados en los  anodinos comentarios Baynes-Wilhelm); sabe que incontables  buhoneros charlatanes venderán vulgares I Ching decidores de  buenaventura por diez centavos en los bazares orientales. Pero sabe  también que cuando la tecnología externa se ponga al día, los  Agentes de la Inteligencia del siglo XX recibirán el legado del  mensaje del trigrama y se darán cuenta de que los códigos binarios y  los trigramas triplicados son indicadores genéticos que explican la  dirección y la estructura molecular de la evolución, desde lo  terrestre "_ _", tierra, a lo extraterrestre "———" , cielo.

- Ahora consideremos a Buda.

También en el siglo VI a. C., se da cuenta de que la conciencia crea  la realidad; que todo es maya, es decir una danza interna de  neuronas, una danza externa de protones. Aconseja alejarse de las  huellas tribales (túneles de realidad locales), anuncia la octava  naturaleza de la evolución (sabiendo también que será corrompida  por moralistas en el ocho veces doblado sendero de la virtud  domesticada y finalmente lanzado al mercado como el tablero de  ajedrez 8x8 ). Sabe que Mendeleiev y la octava división de los quarks  aguarda a degeneradores en el futuro.  Debemos admirar esa ininterrumpida cadena de señales  generacionales. En cada una de las cien generaciones desde Buda,  unos cuantos Agentes de la Inteligencia han nacido y han pasado sus  breves vidas—separados de la colmena—escudriñando las octavas.  En respuesta, asumimos algunas de las sugerencias del ARN sobre la  secuencia de los ocho períodos de la evolución..., de lo pesado a lo  ligero, de lo lento a lo rápido, del agua al fuego, de lo terrestre a lo  posterrestre, de Kun "_ _" a Chien "———", de los metales terrestres a los  gases nobles.

-A continuación consideremos el compromiso de G. I. Gurdjieff que,  cuarenta años antes de los alunizajes del Apolo y cincuenta años  antes de la lanzadera espacial, escribe Beelzebub’s Tales to His  Grandson prediciendo el futuro posterrestre de las especies.  Por último, recuerden las últimas líneas de las Confesiones de  Aleister Crowley, donde reconoce tristemente que los experimentos  científicos de la próxima generación manifestarán precisamente que  sus rituales mágicos sólo pueden internalizar y anticipar  ceremonialmente.

Este libro y su autor pueden ser comprendidos mejor como modernos  eslabones en esa ininterrumpida cadena de filósofos alquímicos y  Agentes de la Inteligencia que han aprendido sistemáticamente cómo  ajustar y sintonizar sus propios sistemas nerviosos, y asimismo (vía  autoexperimentos internos bioquímicos) han aprendido como
conectar vía ARN con su propio ADN, como descifrar la Piedra de  Rosetta genética y cómo obtener un conocimiento directo del proceso  evolutivo a través de la experiencia.  Wilson describe treinta años de experimentación sobre—y con—su  propio cerebro. Más importante aún, narra sus intentos de  correlacionar la visión interior, subjetiva, con el lenguaje externo,  objetivo, de las ciéncias de la energía.  Y ahí está el resultado, el clásico desafío de la filosofía: expandir la  realidad neurológica interna y relacionarla con las realidades  externas medidas por los científicos. La inteligencia evoluciona  cuando lo oculto y lo mágico se convierten en lo científicamente  objetivo.

 

Recuerdo claramente mi primera conversación con Roben Anton  Wilson en l964. Fue el primer y único periodista que leyó realmente  mis escritos y comprendió el constante desarrollo de mis propias  investigaciones, desde la psicología interpersonal hasta la  neurogenética interestelar.  La habilidad de Wilson para abrirse por entero y recibir señales tanto  del interior de su propia neurología en expansión como de las  difundidas por los científicos lo definen como uno de los personajes  clave de la moderna filosofía neurológica. Se está convirtiendo  también en una gran figura literaria.  Hay dos palabras que siempre definen a un gran escritor-filósofo:  enciclopédico y épico.  Cada civilización, se nos dice, produce en su apogeo una o más obras  enciclopédicas que resumen el conocimiento, tecnología, cultura y  filosofía de la época. Tales libros son como manuales neurogenéticos  que resumen y explican una primitiva cultura planetaria a un Agente  de la Inteligencia procedente de otro mundo. Dante, Boccaccio,  James Joyce, Hesse... A medida que la civilización avanza desde su adolescencia hacia sus últimos estadios terrestres de  centralización tecnológica precedente a la Migración Espacial, está  empezando a producir tales obras enciclopédicas. Por ejemplo, El  arco iris de gravedad de Thomas Pynchon, la trilogía Illuminatus de  Wilson y Shea, y el libro que tienen ahora en sus manos.

Por favor, consulten este libro si desean un resumen moderno y  personal de conceptos tan básicos como: la conspiración de los  Iluminados, el fenómeno de Sirio, los OVNI, las drogas que alteran  la mente, nuevas perspectivas experimentales sobre Lée Harvzy  Oswald, Jim Garrison, Hugh Hefner, los 24 clones de Timothy  Leary, el significado del número 23, Aleister Crowley, Aldous  Huxley, Carl Sagan, Gurdjieff, Alan Watts, William Burroughs, la  inmortalidad, Nikola Tesla, la moderna teoría cuántica, la física de  la conciencia, los ocho circuitos evolutivos del sistema nervioso,  etcétera.
En cada una de esas referencias académicas hay un flash anecdótico  que hace que esos nombres importantes y tópicos cobren vida en la  página, lo cual es una buena forma de escribir.  El secreto final de los Iluminados es también una obra épica.  Una obra épica es una historia de exploración, de viajes, de  aventurera búsqueda de un significado.  El secreto final de los Iluminados es una odisea que cuenta la  búsqueda personal del autor. Explora las regiones laberínticas de su  propio cerebro, con muchos métodos neuroactivadores.  Experimenta con magia, rituales, percepción extrasensorial,  aislamiento. Consulta constantemente a sus más valiosos compañeros  de viaje: su mujer, Arlen, y sus sagaces y juiciosos hijos.

Wilson se da cuenta (como todos los alquimistas) de que debe  evolucionar al ritmo que se desarrolla su obra. Sabe que el lema solve  et coaguie significa que él también debe aceptar la disolución  personal, que debe variar su propia temperatura y presión,  comprobar su propia cordura en el crisol del cambio. Renuncia a un  bien remunerado trabajo en el mundo del erotismo de lujo y se retira  a una posición de aislamiento social. Se sumerge decididamente en  una pobreza de paria. Se convierte en el más intrépido tipo de  persona..., ¡el intelectual independiente! Vuelve la espalda a un  salario universitario y a las garantías que le proporciona el  establishment, y vive de su inteligencia y su buen juicio. Leyendo este  libro, compartimos su chirriante pobreza blakeana, todos sus  altibajos.
El secreto final de los lluminados nos salpica con su humor, su  apertura de miras, su valor, su comprensión, su tolerancia. Es la  aventura épica de un hombre que nos invita a madurar y a cambiar  con él.
Te damos las gracias. Robert Anton Wilson, por este oportuno y  valioso tesoro.

TIMOTHY LEARY Doctor en filosofía Los Ángeles, California.

 

 

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