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Pasajeros en Tránsito
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Brujeria

Brujeria

"La esencia de la brujeria es el uso de la conciencia como un elemento enérgetico de nuestro ambiente. La treyectoria de los brujos es, primero, liberar la energía existente en nosotros por medio de la recapitulación y la disciplina del camino del guerrero; segundo, usar esa energía para desarrollar el cuerpo energético por medio del ensueño; y tercero, usar la conciencia como un elemento del medio ambiente para poder entrar en otros mundos, no sólo con el cuerpo enérgetico, sino también con el cuerpo físico."

 

La brujería es el uso epecializado de la energía. Ver la brujería desde el punto de vista del hombre común es ver bien una idiotez o un insondable misterio. El hombre común carece de la energía necesaria para tratar con la brujería.

 

"atravesar una barrera y saltar hacia lo inimaginable. Llaman a este salto donde cruzan los brujos"

 

Piénsalo bien. No es que estés aprendiendo brujería, lo que estás haciendo es ahorrar energía. La brujería es un estado de conciencia. La brujería es la habilidad de percibir lo que la percepción común no puede captar.

La impecabilidad es simplemente el mejor uso de nuestro nivel de energía.

Para el hombre racional es incocebible que exista un punto invisible en donde se encaja la percepción. Y más inconcebible es que ese punto no esté en el cerebro, como se podría suponer si llegara a aceptar la idea de su existencia. El hombre racional en su abismal ignorancia, ignora por ejemplo que la brujería no es una cuestión de encantamientos y abracadabras, sino que es sobre la libertad de percibir no sólo el mundo que se nos da por sentado, sino todo lo que es humanamente posible.


No hay brujería, no hay el mal, ni el demonio. Sólo existe la percepción.

La posición actual del punto de encaje es lo que hace que el hombre moderno sea un egocéntrico homicida, un ser totalmente atrapado en su propia imagen. Habiendo perdido toda esperanza de volver al conocimiento silencioso, el hombre busca consuelo en su yo individual. Y al hacerlo consigue fijar su punto de encaje en el lugar más conveniente para perpetuar su imagen.

 

La posición actual del punto de encaje en el hombre y la imagen de sí, obligan al punto de encaje a armar un mundo de falsa compasión, pero crueldad y egoísmo muy reales. En ese mundo, los únicos sentimientos verdaderos son los que convienen a quien los tiene. Para el brujo no tener compasión no es ser cruel. El no tener compasión es la cordura, lo opuesto a la compasión por sí mismo y la importancia personal.


La importancia personal es la que fija el punto de encaje.

 

Cambiar nuestra idea del mundo es la clave de la brujería. Y la única manera de lograrlo es parar el diálogo interno.


Tu falla es buscar explicaciones convenientes, explicaciones que se ajustan a ti y a tu mundo.
El mundo es como es, sólo porque hablamos con nosotros mismos acerca de que es así como es.

 

Las cosas son reales sólo cuando uno ha aprendido a estar de acuerdo de que son reales...

Eso es lo malo de las palabras. Siempre nos fuerzan a sentirnos iluminados, pero cuando damos la vuelta para encarar el mundo siempre nos fallan y terminamos encarando el mundo como lo hemos hecho siempre: sin iluminación. Por eso un brujo precisa actuar más que hablar, y para efectuar eso obtiene una nueva descripción del mundo: una descripción en la cual hablar no es tan importante y en la cual los actos nuevos tienen nuevas reflexiones.

 

No me enseñaban brujería, ni encantamientos, me enseñaban
las tres partes de un antiquísimo conocimiento que poseían; ellos llamaban a esas tres partes el estar conciente
de ser, el acecho y el intento. Y no eran brujos; eran videntes.

 

-Te mencioné una vez que la brujería es algo como entrar en un callejón sin salida -contestó-. Lo que quería decir era que las prácticas de brujería no tienen ningún valor intrínseco. Su valor es indirecto. Su verdadera función es hacer que el punto de encaje se desplace al lograr que la primera atención abandone momentáneamente su control sobre ese punto.

 

-Los antiguos videntes vieron que la Tierra tiene un capullo -prosiguió-. Vieron que hay una pelota que contiene a la tierra, un capullo luminoso que encierra a las emanaciones del Águila. La tierra es un gigantesco ser consciente sujeto a las mismas fuerzas que nosotros.
Explicó que, al descubrir ésto, los antiguos videntes se interesaron de inmediato en los usos prácticos de ese hallazgo. El resultado de su interés fue que las más elaboradas técnicas de su brujería tenían que ver con la tierra. Consideraban que la tierra era la fuente última de todo lo que somos.

 

El creía que el nombre más apropiado era nagualismo, pero que el término era demasiado oscuro. Llamarlo simplemente "conocimiento" lo encontraba muy vago, y llamarlo "hechicería", sumamente erróneo. "La maestría del intento " y "la búsqueda de la libertad total" tampoco le gustaron por ser términos abstractos en exceso, demasiado largos y metafóricos. Incapaz de encontrar un término adecuado optó por llamarlo "brujería", aunque admitiendo lo inexacto que era.

 

-La brujería es el uso especializado de la energía -dijo, y como yo no respondí, siguió explicando-. Ver la brujería desde el punto de vista del hombre común y corriente es ver o bien una idiotez o un insondable misterio, que está fuera de nuestro alcance. Y, desde el punto de vista del hombre común y corriente, esto es lo cierto, no porque sea un hecho absoluto, sino porque el hombre común y corriente carece de la energía necesaria para tratar con la brujería.

 

-A esto me refiero cuando digo que el hombre común y corriente carece de energía para tratar con la brujería -prosiguió-. Utilizando solamente la energía que dispone, no puede percibir los mundos que los brujos perciben. A fin de percibirlos, los brujos necesitan utilizar un conjunto de campos de energía que habitualmente no se usan. Naturalmente, para que el hombre común y corriente perciba esos mundos y entienda la percepción de los brujos, necesita utilizar el mismo conjunto que los brujos usaron. Y esto desgraciadamente no es posible porque toda su energía ya ha sido desplegada.
Hizo una pausa, como si buscara, palabras más ade cuadas para reafirmar este punto.
-Piénsalo bien -continuó- no es que estés aprendiendo brujería a medida que pasa el tiempo; lo que estás haciendo es aprender a ahorrar energía. Y esta energía ahorrada te dará la habilidad de manejar los campos de energía que por ahora te son inaccesibles. Eso es la brujería: la habilidad de usar otros campos de energía que no son necesarios para percibir el mundo que conocemos.
La brujería es un estado de conciencia. La brujería es la habilidad de percibir lo que la percepción común no puede captar.
-Todo por lo que te he hecho pasar -prosiguió don Juan- cada una de las cosas que te he mostrado fue ron simples ardides para convencerte de que en los seres humanos hay algo más de lo que parece a simple vista.

 

Nosotros no necesitamos que nadie nos enseñe brujería, porque en realidad no hay nada que
enseñar. Todo lo que ne cesitamos es un maestro que nos convenza de que existe un poder
incalculable al alcance de la mano. ¡Una verdadera paradoja! Cada guerrero que emprende el
camino del conocimiento cree, tarde o temprano, que está aprendiendo brujería, y lo que está
haciendo es dejarse convencer de que existe un poder escondido dentro de su ser y que puede
alcanzarlo.

 

-¿Es eso lo que usted está haciendo conmigo don Juan? ¿Está convenciéndome?
-Exactamente. Estoy tratando de convencerte de que puedes alcanzar ese poder. Yo pasé por lo mismo. Y fui tan difícil de convencer como tú.
-¿Y una vez que lo alcanzamos, qué hacemos exactamente con ese poder, don Juan?
-Nada. Una vez que lo alcanzamos, el poder mis mo hará uso de esos inaccesibles campos de energía. Y eso, como ya te dije, es la brujería. Empezamos entonces a ver, es decir, a percibir algo más, no como una cosa de la imaginación sino como algo real y concreto. Y después comenzamos a saber de manera directa, sin tener que usar palabras. Y lo que cada uno de nosotros haga con esa percepción acrecentada, con ese conocimiento silencioso, dependerá de nuestro propio temperamento.

 

Para escribir libros tendrás que usar la brujería.
Primeramente tendrás que hacer una imagen mental de tus vaivenes en la brujería, como si estuvieras reviviéndolos; después tendrás que ensoñarlos: verlos en tus sueños; y luego tendrás que ensoñar el texto del libro que quieres escribir; tendrás que verlo en tus sueños. Para ti el escribir un libro no puede ser un ejercicio literario sino, más bien, un ejercicio de brujería.

 

-Créeme que es sólo cuestión de energía. Tener energía facilita poder convencerse a uno mismo que si se puede hacer, pero para ello, se necesita confiar en el nagual. Lo maravilloso de la brujería es que cada brujo tiene que verificar todo por experiencia propia. Te hablo acerca de los principios de la brujería, no con la esperanza de que los memorices sino con la esperanza de que los practiques.

 

Normalmente, los aprendices no recuerdan esas explicaciones en su vida diaria, pero de alguna forma, las guardan intactas y fielmente en lo que los brujos llaman el aparato de perceptividad. Los brujos han utilizado esta aparente peculiaridad de la percepción, y han convertido el acto de recordar todo lo que se les enseñó en la segunda atención, en una de las tareas tradicionalmente más difíciles y complejas de la brujería.

 

Extraido de varios libros de Carlos Castaneda.